75 AÑOS FRUTO DE
UN CAMINAR LLENO DE ESPERANZA, DE ESFUERZO, DE SACRIFICIOS PERSONALES Y DE COMUNIDAD.
NUESTRAS PRIMERAS HERMANAS:
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Dieron pasos
firmes, sin mirar atrás, dejando su amada tierra, su familia, su Patria, para
entregarse a nuestro pueblo, a cada
persona en particular, sin distingo de raza, color, posición social, y entregar
el mensaje de Jesús nuestro redentor.
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Sus manos llenas de bondad, para mostrar el camino del
bien y ayudar a dar pasos con firmeza , abriéndolas como el sembrador, para echar la semilla del bien, que luego
regaron y hoy estamos viendo los frutos.
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Su corazón,
repleto de amor, que era imposible de esconderlo, porque llegaron cargadas de
piedad, cultura y trabajo, que alimentaron generaciones, sin parar porque el legado que nos han dejado
ha sido para siempre. Vivan nuestras Hermanas, que dejaron sus huellas
imborrables , huellas cargadas de amor y bondad
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Sus labios,
siempre con una palabra de aliento, aún en las dificultades, firmes cuando
había necesidad, pero nunca con dureza, porque siempre tenían presentes, las
palabras de Marie Poussepin, Corregid sin cólera, con firmeza, pero con
dulzura. Ellas supieron dar de todo esto
que reflexionaban cada mañana en su
oración y que la Palabra, les nutría para luego darla.
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Sus Ojos, con
mirada escrutadora, para conocer el nuevo campo de Evangelización, mirada que
las llevaba a observar, descubrir, la belleza del hombre , la mujer, el niño,
la niña, venezolana para embellecerlos cada vez más. Ojos que descubrían la
debilidad para corregirla, nunca para criticar, o desvalorar, sino para sembrar
la semilla del bien.
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Sus oídos,
abiertos para aprender lo nuevo, que esta tierra bendecida por Dios les iba a
enseñar, para poder llegar a cada persona. De esta manera aprendieron nuestras
costumbres, nuestra cultura que admiraron, respetaron y hasta las hicieron
suyas.
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Todo su ser, lo
dieron, no ahorraron nada de sí, muchas de ellas al morir, alimentaron nuestra
tierra y hoy las recordamos, como verdaderas Caminantes que regaron el perfume
del amor, con su bondad, el incienso de
la esperanza con su oración, y la mirra del sacrificio con la donación total
que día a día ofrecían al Señor por nuestra Patria, por este pedazo del
Mocotíes, tan amado por ellas.
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Hoy, cada una de ustedes, de nosotras las
Hermanas, de los docentes que están, de nuestros trabajadores y trabajadoras,
de representantes de todo el personal que labora en nuestro Colegio, que cada
día quieren crecer en pertenecía a este nuestro Colegio, a esta nuestra
Congregación., recibe de ellas, muchas desde el cielo la Bendición y las ganas
de mirar hacia el futuro, sin desmayar, aunque haya dificultades, porque este
es nuestro Compromiso, con Dios, Marie Poussepin, la Congregación, y nosotros
mismos.
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Adelante querido Colegio, adelante
tierra del Mocotíes, adelante todos los que quieren nuestra casa
de estudio, la Congregación, para que el Futuro
sea provisorio, rico en los frutos que cada uno de nosotros queremos
sembrar. Dispongámonos, a dar lo mejor,
a no, cerrarnos, a ser valientes y firme
sin debilidad, para que lo sembrado siga produciendo el fruto que todos
deseamos.
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